Es importante que la sociedad entienda que moderar el consumo de bebidas alcohólicas, cuando no suprimirlo enteramente, es muy necesario para prevenir accidentes.

Manejar un vehículo no es solamente un gran privilegio que nos permite acceder rápidamente a todo tipo de lugares sino que es también, y sobre todo, una enorme responsabilidad. Cuando uno maneja está ejerciendo, de cierta manera, el uso de una maquinaria que tiene la capacidad de provocar grandes daños a terceros en situaciones de mal uso y de irresponsabilidad.

Es por ello que los ciudadanos que asumen la responsabilidad de manejar deben velar a todo momento por el buen uso del vehículo y por cuidar la integridad física tanto de quienes viajan en él como del resto de las personas que hay en la calle. Lamentablemente esto no solo no pasa siempre sino que pasa muy poco. Uno de los componentes elementales que distorsionan la comprensión colectiva esperable del buen manejo es el consumo de alcohol, que es un comportamiento no solamente muy común entre la gente, especialmente en los jóvenes, sino que es constantemente celebrado y glorificado por los medios de comunicación.

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El consumo de bebidas alcohólicas agrada a la gente en generar porque tiene el efecto de anular los mecanismos inhibitorios comunes por los cuales, en situaciones de sobriedad somos tímidos, recatados y hasta incluso menos divertidos. El alcohol mejora nuestra autopercepción y distiende nuestros prejuicios sobre la forma en la que nos comportamos, permitiéndonos sentirnos más locuaces, más ingeniosos y más atractivos. Ciertamente es difícil competir con esas ventajas, pero hay que tener en cuenta una realidad objetiva e indiscutible: el alcohol altera la motricidad y perjudica la capacidad de raciocinio, dos habilidades fundamentales para manejar vehículos.

Una persona alcoholizada tiene menos posibilidades de reaccionar a tiempo ante una situación de accidente y es más propensa a perder el control del vehículo. Naturalmente, existen muchas personas que se consideran a ´sí mismas hábiles en el consumo de bebidas y con la capacidad de tomar en grandes cantidades sin que esto afecte su motricidad y percepción. Estas personas se engañan a sí mismas y dejan que se pronuncie bajo ese manto de negación una adicción que eventualmente va a comprometer su salud con mucha severidad, si es que no mueren en un accidente de tránsito primero. La cantidad de alcohol en sangre permitida para manejar es de 0,05. Esto equivale a un vaso de vino o un vaso de cerveza. Más de eso ya es peligroso y por ende las autoridades pueden retener el vehículo de quien muestre indicios de consumo excesivo.